Por Carlos García
Vicepresidente de la Biblioteca Argentina para Ciegos
Cuando en 1825 un joven ciego llamado Louis Braille creó un sistema de lectura y escritura que hoy es patrimonio de la humanidad, produjo un acontecimiento emancipatorio: abrió las puertas de la alfabetización, la educación y la cultura para un colectivo que hasta entonces se hallaba totalmente marginado.
Desde los tiempos más remotos se concibieron métodos para que las personas ciegas pudieran ejercitarse en el estudio de las distintas ciencias y disciplinas más allá de los conocimientos recibidos oralmente.
La primera persona ciega en procurarse una forma de escritura fue Dydimo de Alejandría, maestro de San Jerónimo. Andando la historia encontramos, entre otros, los nombres del músico y matemático español Francisco de Salinas, Isabel Esther de Waldkirch, Melania de Salignac, María Teresa de Paradies y el matemático inglés Nicholas Saunderson, quien a mediados del siglo XVIII fue profesor de la Universidad de Cambridge.
Los intentos eran rudimentarios. Se basaban, por ejemplo, en formar las letras punteándolas en el papel con un alfiler de gancho o en tallar las en madera, de modo que procuraban reproducir en relieve la forma de los caracteres visuales. El filántropo Valentín Haüy perfeccionó esta tendencia: hizo construir tipos de imprenta con perfiles fuertes y así surgieron los primeros libros en relieve; el problema era su voluminoso tamaño, casi inmanejable, y que no había acceso a la escritura. Haüy fue el creador, en 1784, del Instituto Real para Jóvenes Ciegos, que luego de la revolución francesa se denominó instituto nacional. Esta fue la primera escuela para ciegos y allí estudió Louis Braille (1809-1852).
Braille perdió la vista a los tres años y luego de un tiempo de estudiar en una escuela común, ingresó en el mencionado instituto donde se siguió formando a partir de la enseñanza oral y de los escasos libros existentes. El hito decisivo en su vida fue el encuentro con el militar francés Charles Barbier, quien había creado un sistema basado en puntos y líneas para que los soldados pudieran transmitirse mensajes en la oscuridad. Este sistema, denominado sonografía o escritura nocturna, tenía como base la escritura fonética. En 1822 Barbier presentó este sistema en el Instituto, lo que influyó decisivamente en Braille para establecer su propio código.
El braille se basa en una matriz de 6 puntos distribuidos en un rectángulo de 2 líneas verticales de 3 puntos cada una.
Las combinaciones de puntos posibilitan la representación de los caracteres de las distintas lenguas, la signografía matemática y científica tanto como la notación musical.
Haüy y sus predecesores trataron de reproducir en relieve la forma de los caracteres visuales. Braille, en cambio, se dio cuenta de que había que crear un código adecuado a la percepción táctil. La difusión y aceptación del braille se explican por el hecho de que las yemas de los dedos abarcan perfectamente los puntos y porque es el único sistema que permite la lectura en silencio, con lo cual se vuelve insustituible en la captación de lo aprehendido.
A principios del siglo XX comenzó a ampliarse la educación para las personas ciegas, luego vendrían las bibliotecas, el acceso al arte, al trabajo, a la autonomía en las relaciones interpersonales y la vida cotidiana. Los libros que hasta fines del siglo XX se copiaban casi exclusivamente a mano, hoy pueden multiplicarse gracias a las impresoras braille, que dan la posibilidad de aumentar la producción de textos en diversos formatos, , incluyendo los libros de tamaño pequeño acompañados por el texto en tinta. El braille virtual también está disponible En pantallas táctiles de celulares y computadoras. Para las personas sordociegas su manejo es imprescindible; quienes ven lo leen con la vista y es deseable que quienes tienen baja visión lo incorporen como recurso alternativo.
Hoy disponemos de audiolibros y de textos digitales accesibles con programas lectores de pantalla que tienen una voz sintética. Las distintas formas de lectura no se sustituyen, se complementan. Lo importante es que haya diferentes posibilidades. Aún persisten barreras físicas, comunicacionales y simbólicas, prejuicios y estereotipos que hacen que tantas veces la igualdad de oportunidades sea sólo una quimera. La bibliodiversidad, la combinación de formatos y recursos, puede favorecer la transformación de esta realidad en pos de una sociedad inclusiva.
BAC presente en la 16 Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires
En la 16| Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires contaremos con la presencia de la Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC) , con sus piezas en sistema braille y la presentación del primer libro háptico de artista, que permite una experiencia diferente a través del tacto. Este ejemplar tendrá una selección de poemas de “Fervor de Buenos Aires”, de Jorge Luis Borges. La BAC es una organización sin fines de lucro que trabaja para beneficiar a las personas con discapacidad visual . Es la primera de sus características en América Latina y cuenta con un amplio acervo de libros en braille y en formato audiolibro que dan en préstamo a sus socios.
La Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires es organizada por ALADA (Asociación de Libreros Anticuarios de la Argentina) y se realiza con apoyo del Ministerio de Cultura de la Ciudad a través de Impulso Editorial, la dirección de Patrimonio y el programa Microcentro Red Cultural.
La feria se inaugura el 29 de noviembre a las 18, en el Palacio La Prensa, Casa de la Cultura, Av. de Mayo 575 (CABA).
Se podrá visitar hasta el 3 de diciembre con entra libre y gratuita todos los días de 14 a 20 horas en